No todo es perfecto en Windows 10. Ni mucho menos. Como comentamos en el análisis que publicamos en su lanzamiento, hay inconsistencias a nivel visual, aplicaciones abandonadas que no pegan, y como han revelado ya muchos usuarios, los problemas de soporte hardware que hacen que los equipos no vayan lo finos que deberían para sus usuarios. Todos ellos parecen haberse quedado pequeños ante la última oleada de titulares que hemos visto en los medios y que pueden hacer creer que Microsoft nos espía constantemente y registra todo lo que hacemos sin piedad.
Las críticas han llegado desde todos los frentes y muchas de ellas han sido -en mi opinión- exageradas y despiadadas. Y lo han sido por el simple hecho de que 1) no es la primera en querer registrar lo que hacemos, 2) ofrece todo tipo de información y opciones para desactivar ese seguimiento y 3) esas opciones de seguimiento están ahí (si no somos demasiado malpensados) para mejorar la experiencia de usuario. Para mi el problema no es tal, y Microsoft solo ha cometido dos errores al respecto: activar ese seguimiento por defecto y no aclarar la situación con celeridad.
Windows 10 y el fin del mundo
Las dudas y la polémica sobre la cantidad de datos que recolecta Windows 10 en nuestra experiencia no son nuevas: aparecieron nada más comenzar el programa Windows Insider con el que era posible acceder a Windows 10 Technical Preview. Ya indicábamos entonces que los términos de uso de Windows 10 eran preocupantes, pero como muchos argumentaban ese registro de lo que hacíamos y cómo lo hacíamos era razonable y aquí llegaba el primero de los "sacrificios" a la hora de usar Windows 10 TP: Microsoft quería mejorar la experiencia de usuario en el sistema operativo, y para ello necesitaba recolectar (anónimamente) todo tipo de eventos en el sistema.Esa desconfianza ha ido creciendo con el tiempo, pero no es esencialmente distinta de la que ha surgido a raíz de la aparición de los servicios de Google -una de las más voraces en este tipo de actuaciones- o de otras empresas. Hablábamos de todas esas amenazas a nuestra privacidad en "Por favor máquina, no me escuches tanto" y reflejábamos allí las técnicas que distintos fabricantes utilizan para "espiarnos" sin que lo sepamos y sin que las empresas clarifiquen la situación fácilmente.
Que es lo que le ha pasado también a Microsoft. Desde el lanzamiento hemos asistido al descubrimiento de varias "amenazas" a nuestra privacidad por parte de Windows 10. Entre ellas, el escándalo con la tecnología WiFi Sense, de la nadie pareció quejarse cuando apareció hace más de un año en Windows Phone 8.1. Brian Krebs, un experto en seguridad, alertaba de lo que posibilitaba esa opción y lo hacía de forma algo tremendista. La cosa, no obstante no era ni mucho menos tan grave -en Redmond ofrecían su propia FAQ-, como explicaban en Ars Technica con claridad. No solo eso: como también ocurre con otras muchas "amenazas", desactivar esa opción en Windows 10 está al alcance de cualquiera.
Luego llegaron las críticas por su llamado Windows Update Delivery Optimization (WUDO), un sistema que permitía a Microsoft usar nuestro PC y nuestra conexión de banda ancha como parte de un sistema de distribución de parches y actualizaciones. En Redmond se habían inventado su propio método de aprovechar las descargas P2P. Brillante.
Pero para algunos de repente nos habíamos convertido, sin saberlo, en miembros de una botnet controlada por Microsoft. Más o menos. O eso quisieron dar a entender algunos medios, que se quejaban de que Microsoft nos robaba ancho de banda. Otros fueron menos agresivos y más informativos, explicando que esta característica era simplemente una forma de descentralizar esa distribución de parches. De nuevo FAQ de Microsoft por si existían dudas, y de nuevo forma fácil de desactivar esa opción.
Y las amenazas a nuestra privacidad siguen, y siguen, y siguen. En BGR nos decían cómo Windows 10 espía prácticamente todo lo que hacemos y ofrecía información sobre cómo evitar ese seguimiento. En The Wall Street Journal afirmaban en el titular que Windows 10 no es spyware -menos mal- pero que quiere nuestros datos (¿hay alguna empresa que no los quiera?). ZDNet nos ofrecía una guía para paranoicos que quisieran asegurar Windows 10 (contra ellos).
Todo parece una amenaza en Windows 10. Cortana nos escucha. Registra cómo tecleamos. Incluso cómo escribimos a mano si usamos un puntero y una pantalla táctil. Microsoft Edge quiere conocer nuestra localización (¿quién no, de nuevo?), el sistema quiere presentarnos publicidad orientada sólo a nosotros con un "Avertising ID". O nos insta a utilizar una cuenta de Microsoft para que nos beneficiemos de todas las opciones de sincronización con OneDrive, y no pone fácil que usemos una cuenta local. Y más. Y más. Y más. Y de nuevo, más guías, y más, y más... para desactivar todas esas "amenazas". El miedo vende. Y si no, que se lo digan a las compañías de seguros, o, si nos centramos en el segmento tecnológico a los fabricantes y desarrolladores de soluciones de seguridad y antivirus.
El eterno debate entre comodidad, prestaciones y privacidad
Todo lo que dicen los medios, todo lo que hemos visto y de lo que hemos hablado es real. Microsoft, efectivamente, quiere todos esos datos. Para qué los quiera es por supuesto tema de debate, como saber para qué los quieren el resto de empresas que juegan con toda esa información. Uno puede fiarse -o relajarse- y cederlos sin presentar batalla, o puede desconfiar y desactivar cuantas preferencias quiera.Aquí Microsoft no engaña a nadie. Su único error, creo yo, ha sido activar todas esas opciones por defecto y no clarificar del todo la situación. Pero acceder a todas esas opciones de privacidad para desactivarlas o activarlas a nuestro antojo está a nuestro alcance. El apartado de Privacidad de la Configuración de Windows 10 es uno de los más destacados. Me preocupa que sea tan destacado, en realidad: hay muchas opciones, demasiadas, y Windows 10 no pone las cosas precisamente fáciles para aquellos usuarios con menor experiencia.
Aquí hay mucho margen de mejora, pero en Redmond -de nuevo, es mi opinión- no han hecho nada "malvado". Incluso cuando uno actualiza a Windows 10 o lo instala, el sistema le presenta una pantalla en el que puede aceptar las preferencias por defecto, o personalizarlas antes de instalar. Allí podremos desactivar cosas como el seguimiento de la ubicación, qué aplicaciones son las predeterminadas (Microsoft Edge se convierte en navegador predeterminado si no hacemos nada, algo de lo que se quejó Mozilla), o qué información compartir con Microsoft al comenzar a usar el sistema.
Pero claro, muchos usuarios no quieren complicarse la vida, o no se dan cuenta de esa opción -hay que reconocer que no demasiado resaltada-, y las culpas le caen a Microsoft, que quizás debería mostrar más transparencia al respecto. Parece que no vale con una declaración de privacidad de 2.000 palabras -más corta y más informal no hubiera venido mal- ni con todas las herramientas que Microsoft pone en nuestras manos para desactivar todas esas opciones. Que como digo también son mejorables, sin duda. Es difícil acertar cuando tienes a más de 1.000 millones de usuarios con más 1.000 millones de situaciones personales/profesionales distintas, y con más de 1.000 millones de configuraciones hardware (bueno, quizás no tantas) que pueden hacer que la experiencia casque. Ni me imagino lo que debe costar tratar de asumir esa responsabilidad.
Y sin embargo todo se reduce a meras preguntas sobre lo que nos ofrece Windows 10 y lo que tenemos que sacrificar para poder disfrutarlo. Son preguntas que muchas otras empresas nos hacen todos los días y que respondemos continuamente. Son preguntas que nos hacen valorar qué queremos lograr y qué sacrificios queremos hacer para lograrlo. Si no quieres que Google recolecte tus datos, no uses sus servicios. Si no quieres que tu tele escuche lo que dices, desactiva el reconocimiento de voz y prescinde de esa capacidad. Si no quieres que terceros como Dropbox, Facebook, Amazon, Apple, Flickr, Instagram, Uber traten de conseguir (en mayor o menor medida) todos tus datos y todo lo que haces con ellos, no uses sus servicios. Aplica el sentido común. Pero si crees que la comodidad que ofrecen esos servicios te compensa, si confías (mínimamente) en esas empresas, o si simplemente necesitas esos servicios, úsalos. Lo mismo ocurre con Windows 10:
- ¿Quieres poder hablar con Cortana y usar todas sus opciones o no?
- ¿Quieres que las actualizaciones te lleguen lo antes posible o no?
- ¿Quieres poder compartir tu WiFi sin esfuerzo con amigos y conocidos o no?
- ¿Quieres que la información (y publicidad) que Cortana o Microsoft Edge te muestren se ajuste a tu perfil y ubicación para que no te salgan anuncios de un detergente ruso que venden en Vladisvostok o no?
- ¿Quieres que Microsoft reconozca cada vez mejor tu forma de hablar o tu escritura o no?
- ¿Quieres tener a salvo tus datos en la nube o no?
- ¿Quieres que Edge registre lo que tecleas con el objeto de mostrarte sugerencias y "predecir" lo que quieres antes de que termines de escribir o no?
- ¿Quieres que los problemas y conflictos que ocurren en el sistema con tu configuración permitan tratar de ayudar a encontrar soluciones para ti y otros usuarios o no?
Incluso han aparecido herramientas específicas para tratar de facilitar el bloqueo de ese registro de datos o de la famosa telemetría -que registra precisamente el uso que hacemos del sistema y sus aplicaciones-. Aquí tenéis una, y aquí otra. Si no quieres usar la Configuración en Windows 10, esas son alternativas válidas. Pero de nuevo todo se reduce a una cuestión de sacrificios. Como en casi todo lo que se refiere a la privacidad y a nuestra comodidad.
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